viernes, 25 de enero de 2013

Artículo en E-Consulta


Bienvenido, Pablo

Lunes, 26 Noviembre 2012
Fuente: E-Consulta


La salida de Fernando Morales Martínez del Comité Directivo Estatal del PRI en Puebla era un out cantado. Sólo faltaba ver cuándo, pero todos sabíamos que su salida era necesaria e impostergable.

Necesaria para renovar el PRI y adecuarlo a los nuevos tiempos que vive el PRI una vez que ha recuperado la presidencia de México, impostergable por el desgaste al que llevó al partido en las recientes elecciones.

Sin embargo, la renuncia presentada de manera abrupta el pasado domingo 25, tomó de sorpresa a todos, aún a los analistas políticos más avezados. La explicación de que había recibido una invitación para incorporarse con el presidente electo Enrique Peña Nieto le da una salida decorosa, pero poco creíble para muchos periodistas y actores políticos.

Si la salida de Fernando fue una sorpresa, el CEN del PRI tenía otra más para los poblanos. Varios analistas políticos barajaron en sus columnas los nombres de posibles sustitutos y las fechas en que podrían ser nombrados.

Nadie, ni por asomo, incluyo el nombre de Pablo Fernández del Campo.

Nadie le atinó a la fecha del nombramiento del nuevo dirigente estatal.

En muchos actores del priísmo poblano ha existido una especie de aletargamiento desde que perdimos la gubernatura. Las reacciones son lentas, hay un sometimiento a la línea gubernamental y temor a expresar oposición al poder estatal.

Ante la falta de un verdadero líder en el estado y sin referencias nacionales, se ha generalizado la idea de que todo tiene que ser como mandan en Casa Puebla. Los consensos solo son para la foto.

Los alcaldes y diputados priístas no han sido el contrapeso que necesita todo régimen democrático.

En semanas recientes, incluso se ha tratado de convencer mediáticamente a los ciudadanos con la idea de que Enrique Peña Nieto tiene buen entendimiento con el gobernador y que seguirán los virreinatos en los que se han convertido los estados desde que el PRI perdió la presidencia de la república, donde cada gobernador autoriza todo: a los dirigentes de los partidos opositores, el nombramiento de los delegados federales, cambios y sustituciones en organismos “autónomos”, todo.

Particularmente, yo difiero de este punto de vista. Una cosa es la cortesía política, el respeto a la investidura de un gobernador y otra cosa muy diferente no tener claridad del poder que conlleva ser el presidente de México.

Enrique Peña Nieto tuvo que recorrer un largo camino para ganar la presidencia. La candidatura la fue construyendo poco a poco y la batalla electoral fue particularmente difícil con su persona.

En el contexto del nuevo gobierno federal, el próximo año habrá elecciones en 14 estados del país, lo que nos lleva a preguntar: ¿Peña Nieto va a tener su carta de presentación con una derrota?

Y una pregunta más: ¿Enrique Peña Nieto va a estar muy tranquilo viendo cómo el primer aspirante apuntado a sucederlo en el cargo, sigue sometiendo al PRI en Puebla y construyendo su candidatura?

El presidente electo de México, que asumirá el cargo el próximo sábado, sabe de la importancia que tiene Puebla para el país y las esperanzas que conlleva su triunfo entre los ciudadanos.

Las promesas de campaña requieren ir creando mayoría en el Congreso, por lo cual se debe trabajar en los estados para preparar las elecciones intermedias.

También necesita generar que el PRI se renueve con cuadros que no han tenido la oportunidad de ser tomados en cuenta por los grupos que han gobernado.

Este es el panorama en el que llega a dirigir el partido Pablo Fernández del Campo.

Pablo es un dirigente joven pero con todas las tablas para ser el líder que el PRI necesita en Puebla. Ha ganado y perdido batallas. Ha sufrido la simulación y la traición.

Pero ante todo, Pablo es un priísta probado que llega con el espaldarazo de la dirigencia nacional para recuperar la plaza.

Fernández del Campo tendrá un reto enorme ante sí, pero también tiene la inteligencia y el carácter para sumar, incluir y ser un líder de todos los priístas.

Todos los liderazgos, grupos e ismos tendrán que sumarse. Saben bien que ya no cabe la simulación, la traición y el engaño a los dirigentes del partido.

No se trata de ser un PRI que digamos a todo que no, pero tampoco podemos decir a todo que sí.

No se trata de estar permanentemente enfrentados al gobernador del estado, pero tampoco hay que estar permanentemente sometidos.

Se requiere un PRI responsable y maduro, que promueva el equilibrio en el ejercicio del poder que dé respuestas a la sociedad poblana en su conjunto, no sólo a una élite.

Este es el reto mi estimado Pablo, en el esfuerzo que hagas para dar buenas cuentas al PRI ya los poblanos, desde ahorita manifiesto públicamente que estoy contigo.

Te deseo la mejor de las suertes.
Bienvenido.

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